El concepto de Inteligencia Emocional está muy bien seleccionado desde un prisma marketiniano, (supongo que Lucía sabe más de esto que yo), pero es verdad que sin saber bien lo que significa mezcla dos conceptos que a primera vista pueden resultar antagónicos, la inteligencia y las emociones, la racionalidad con la subjetividad.
Pese a que en el siglo pasado en psicología diversos autores hablaban de ella llamándola “Inteligencia Social”, (también en los 80 hubo un par de autores que la definieron), este tipo de inteligencia ha vivido su despegue gracias a un periodista-psicólogo americano llamado Daniel Goleman; es curioso cómo ha interesado la temática, (yo creo que él todavía no se lo cree). Una de las conclusiones que más impacto ha tenido de sus investigaciones y que más ha hecho pensar sobre lo importante que es tenerla o no tenerla, es que el éxito de las personas en su trayectoria laboral y profesional no está sólo determinado por su coeficiente intelectual, si no por su inteligencia emocional.
Según este autor, la Inteligencia Emocional es “la capacidad humana para reconocer sentimientos en uno mismo y en otros, siendo hábil para gestionarlos adecuadamente”. Podemos definir la Inteligencia Emocional como la habilidad para comprender emociones y equilibrarlas, de tal manera que podamos utilizarlas para guiar nuestra conducta y nuestro pensamiento, con el objetivo de obtener mejores resultados. Ser emocionalmente inteligente supone una serie de beneficios en ámbitos tan variados como el desempeño laboral o en nuestras relaciones de pareja.
Según Goleman los componentes de la I.E. son:
- La conciencia de uno mismo: Se refiere al conocimiento que tenemos de nosotros mismos y de nuestras emociones, cuáles son nuestras debilidades y puntos fuertes. Esa introspección refleja madurez personal.
- El autocontrol emocional: Básicamente se refiere a no dejarnos llevar por los sentimientos que nos embargan en el momento; ese impulso irracional que nos hace estar furiosos, cabreados, en un momento puntual y que nos frena a hacer o decir lo primero que se nos pasa por la cabeza.
- La automotivación: Dirigir y gestionar nuestras emociones hacia un objetivo que nos permita guiar también nuestra motivación y fijar nuestra atención hacia metas alcanzables que nos propongamos. La automotivación es algo relacionado con nosotros mismos, es ser capaz de darse a uno mismo las razones, impulso, entusiasmo e interés para conseguir lo que nos propongamos. El optimismo y el positivismo nos ayudarán a afrontar dichos retos y con esta actitud probablemente se contagien los que están a nuestra alrededor,(éste es otro punto muy interesante, cómo las actitudes se contagian, algún día escribiré también sobre ello).
- La empatía: Es una habilidad social a través de la cual tratamos de comprender emocionalmente a las personas que nos rodean, poniéndonos en el lugar del otro, entendiendo lo que sienten, lo que piensan y lo que buscan, estemos o no de acuerdo. Esta última frase es muy importante, ser empático significa que entiendes a los demás, pero ese sentimiento no representa que compartes y estás de acuerdo en esas afirmaciones. Y aunque parezca una obviedad no hay que confundir empatía con simpatía, sólo tienen en común que terminan en “patía”, por lo demás son dos conceptos completamente diferentes.
- Las habilidades sociales: Una buena relación con las personas que nos rodean es una de las cosas más importantes en nuestra vida y para nuestro trabajo. Al final, siempre hay gente que nos cae mejor o peor, con quien tenemos más afinidad, buen feeling …pero si eres una persona con habilidades sociales lograrás tratar también con personas con las que no tengas ningún punto en común. Dentro de este paquete me gustaría destacar la importancia que tiene la comunicación en general y en la escucha activa en particular. La comunicación es la habilidad por excelencia en la vida, sobre todo porque los humanos somos seres sociales, y tenemos que ser capaces de llegar a entendernos con los demás; remontándome a mi querida EGB, cuando llegabas a la asignatura de lengua te explicaban la importancia del emisor, el receptor, el mensaje y el canal, lo que todos recordamos. Tener habilidades de comunicación significa que eres capaz de explicar lo que piensas, transmitirlo a través del vehículo de las palabras y la comunicación no verbal, y una segunda fase que es la compresión del mensaje por parte de la persona que lo recibe, o sea el receptor. Hay fórmulas para comprobar que efectivamente se ha conseguido ese objetivo. Una de ellas es poniendo en práctica la Escucha Activa, que significa escuchar y entender la comunicación desde el punto de vista del que habla. Escuchar no es oír, escuchar es entender, comprender y dar sentido a las palabras. Y voy más allá, la escucha activa no es sólo la habilidad de escuchar a las personas, sino también los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen a lo que se está diciendo, con lo cual, hacen falta también dosis de empatía.
¿Y por qué os cuento todo esto? Creo que nuestra sociedad y nuestro sistema educativo no potencian ni fomentan esta pata clave de nuestra vida profesional y personal. Nos ayudan a que utilicemos la memoria, el aprendizaje nada significativo y no alientan a que seamos autónomos en nuestra toma de decisiones. Educamos a nuestros hijos sin enseñarles la importancia de ser emocionalmente inteligentes, de cómo gestionar la tolerancia a la frustración, de cómo expresar lo que pensamos a los demás con asertividad, conocernos a nosotros mismos, la gestión de las emociones más básicas, ponernos en el lugar del otro para mirar el mundo desde otros ojos…El resultado de esta situación es que estamos rodeados de personas técnicamente muy competentes en sus áreas de expertise, pero con carencias en su Inteligencia Emocional y en todo el paquete de habilidades que la conforman, y esto es un problema bastante grave.
Trabajar en consultoría significa que mantienes relaciones personales con muchos actores: con los compañeros de tu Unidad, con personas de otras Expert Unit, con clientes, con proveedores, etc., con lo cual, tienes que ser capaz de poner en marcha tu Inteligencia Emocional que va a marcar y definir tu carrera profesional.
Nosotros en DECIDE somos conscientes de que en este mundo tan complejo y complicado de las habilidades siempre queda un sendero por recorrer…pero en este reto estamos trabajando…ser consciente del mismo, es nuestro primer paso.