Según los últimos informes, el 40% del CO2 que emitimos en el mundo se produce durante la generación energética y la producción de calor, un 20% proviene de actividades de transporte (mercancías y personas), y otro 20% de la industria, sobre todo de la fabricación de materiales de construcción. Esto significa que el 80% de los gases contaminantes emitidos a la atmósfera son causados por los sectores energético, logístico y manufacturero. Este hecho les posiciona como actores clave en la lucha contra el calentamiento global.
En esta línea, la reducción de la huella de carbono se ha convertido en uno de los grandes retos para las compañías de estos sectores en los últimos años. ¿Qué políticas medioambientales y medidas pueden adoptar para contribuir a la reducción de las emisiones contaminantes?
Qué es la huella de carbono y cómo reducirla
Las empresas realizan actividades que producen gases de efecto invernadero, sobre todo durante los procesos de producción y distribución de productos, energía, etc. La huella de carbono mide todas las emisiones de gases de efecto invernadero emitidas a raíz de las operaciones de una compañía. Tanto emisiones directas controladas por la propia organización (instalaciones, maquinaria y vehículos de la compañía), como emisiones indirectas asociadas al consumo energético o a su actividad productiva (transporte y distribución, residuos generados en las operaciones, tratamiento al final de la vida útil de los productos, etc.).
Para reducirlos de una manera directa las compañías pueden:
- Contratar energía de origen 100 % renovable.
- Digitalizar todos los procesos posibles para reducir el consumo de papel.
- Utilizar sistemas de iluminación y climatización de bajo consumo.
- Sumarse a la movilidad sostenible (bicicleta o vehículos eléctricos).
- Fomentar el teletrabajo y las videoconferencias para reducir traslados.
- Invertir en el enfoque 3R: reducir, reutilizar y reciclar.
- Implantar medidas de ecodiseño en la fabricación de los productos.
- Programar el apagado y desconexión automática de los equipos.
- Cambiar los gases refrigerantes por otros con menor potencial de calentamiento global.
Algunos ejemplos: la compañía energética Ecopetrol ha comenzado un plan de gestión integral de residuos para disminuir en cantidad y peligrosidad los residuos generados; la colombiana Terpel ha invertido en la implementación de paneles solares y la optimización de procesos; o las organizaciones Promigas y Sumitomo Corporation Andes han firmado un acuerdo para promover la movilidad eléctrica con hidrógeno en Colombia.
¿Sabes que puedes reducir la huella de carbono únicamente asignando mejor tus recursos?
Sí, es posible reducir la huella de carbono únicamente mejorando la asignación de los recursos disponibles de la compañía. Una buena planificación del personal, de las rutas de transporte o de las operaciones de producción pueden minimizar notablemente el número de desplazamientos, el kilometraje y uso de combustible, y el desperdicio o tiempos de inactividad, respectivamente.
- Planificación del inventario y la producción: reduce residuos y el uso energético en vacío
Una mala planificación del inventario o de la producción puede incurrir en largos tiempos de inactividad de las máquinas debido a falta de materias primas, a cambios de materiales en los equipos para la fabricación de diferentes productos, etc. Tener una máquina encendida en la planta sin producir, supone un gasto energético evitable.
Una buena planificación puede minimizar el desperdicio generado y las interrupciones o tiempos de inactividad de los equipos, lo que es clave para contribuir a la reducción de la huella de carbono.
- Planificación de mantenimientos: reduce desplazamientos y evita averías
Planificando de manera óptima las tareas de mantenimiento, las compañías pueden reducir los desplazamientos para realizar las intervenciones, y adelantarse a las posibles averías antes de que incurran en mayores emisiones contaminantes.
Utilizando mantenimiento predictivo las compañías pueden cambiar piezas o componentes antes de que fallen y renovar los equipos o la flota en el momento óptimo. También pueden controlar aspectos clave de mantenimiento para reducir el consumo de combustible, como el desgaste de los neumáticos.
- Planificación logística y optimización de rutas: reduce el kilometraje y el uso de combustible
El dimensionamiento adecuado de la flota o la planificación óptima del transporte, maximiza el uso de los vehículos y elimina los desplazamientos en vacío. De esta manera, si podemos realizar los repartos del día asegurando las entregas en tiempo con 20 camiones, no será necesario utilizar 30 vehículos con el consiguiente ahorro de combustible y contaminación.
Optimizar las rutas de transporte ayuda a los conductores a tomar el camino más rápido, reducir el kilometraje, el uso de combustible y, por consiguiente, reducir hasta en un 20% las emisiones de CO2.
Planificar las entregas con ventanas de tiempo ajustadas, con suficiente antelación y manteniendo una comunicación continua con el cliente reducirá el volumen de entregas fallidas, y por lo tanto kilómetros innecesarios de uso de combustible.
Con estas mejores planificaciones, las organizaciones pueden:
- Evitar dificultades imprevistas: al conocer los recursos de antemano y planificar la forma de usarlos, pueden solucionar carencias o problemas antes de que aparezcan.
- Impedir el desgaste: una gestión de recursos eficaz permite evitar la “sobreasignación” o la “dependencia” de los recursos obteniendo una visión general de la carga de trabajo del equipo.
- Tener una mayor transparencia: permite contar con una mayor visibilidad de la operativa, de la capacidad, o de las cargas de trabajo en todo momento.
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